sábado, 13 de septiembre de 2008

HACIA LAS POSICIONES SUBJETIVAS DEL SER

por Blanca Musachi

La Lic. Blanca Musachi, investigadora del Master en Psicoanálisis de la Universidad Kennedy, ha realizado una cuidadosa y rigurosa investigación respecto de las posiciones subjetivas del ser, desarrollo que implica las operaciones lógicas de “alienación y separación” y su articulación respecto de la interpretación.

Hacia las posiciones subjetivas del ser.

El interés de este trabajo se dirige a situar la importancia para la clínica analítica de lo que Jacques Lacan construyó como las operaciones lógicas de la constitución del sujeto: alienación y separación. Comentaré pasajes del El Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis del año 1964, del apartado El campo del Otro, y retorno a la transferencia.

Sabemos que Lacan en los años cincuenta se propone una restauración de las clasificaciones clínicas freudianas cuando la extensión en el campo del psicoanálisis con niños y la psicosis llevó a cierta pérdida de lo que era el síntoma freudiano como orientación.

Pero a partir de los años setenta el mismo Lacan comienza una deconstrucción de lo que eran las clasificaciones establecidas de la clínica, reduciendo la consistencia de lo que él mismo había contribuido a consolidar. Dicha deconstrucción es la que le permite decir hacia 1977 que no hay elección más que entre locura o debilidad mental, siendo estas las dos posiciones fundamentales que se ofrecen al sujeto con el que se encuentra el psicoanálisis.

Hemos encontrado con anterioridad a propósito de las estructuras clínicas (1) que “el establecimiento de la división del sujeto no basta al analista para saber lo que sucede con su praxis, ni para darle su dirección” es por eso que Lacan considera, luego de situados en el Seminario 11 los dos campos del sujeto y el Otro en relación a las operaciones de alienación y separación, las posiciones subjetivas del ser, que es a lo que llega al ver que posición del sujeto y las grandes categorías clínicas de Freud no se recubren puntualmente.

Si Lacan, para la nueva clínica, va a hacer hincapié en la posición del sujeto más que a su ubicación en las clásicas casillas de la clínica establecidas a partir de Freud (Neurosis-Psicosis-Perversión), entonces habrá que situar como cuestión preliminar lo que concibe como las operaciones lógicas de la causación del sujeto: alienación y separación. ¿En qué consisten, en qué son operativas estas nociones, qué consecuencia tienen para la clínica? Son las preguntas hacia las que nos dirigiremos a dar respuesta en este trabajo.

El uso de la noción de alienación aparece tempranamente en la enseñanza de Lacan. En El Seminario 1 como forma general de lo imaginario, en el sentido de la enajenación del yo en la imagen del otro semejante, distinguiendo esas relaciones imaginarias de la alienación en la locura, más precisamente en la paranoia, pero sitúa la alienación en el otro semejante el punto de partida de la dialéctica del inconciente. La alienación como forma general de lo Imaginario y la alienación en la psicosis lo lleva a la necesidad de introducir la diferencia entre el A (Otro) y el otro (otro), definiendo al Otro (A) como lo que no es conocido y al otro (a) lo que es en tanto yo (El Seminario 3 Las psicosis). Si bien Lacan sostiene que “la alienación es lo imaginario en tanto tal”, para la alienación psicótica va a describir otra dinámica. Dirá que la alienación en la locura es radical, pues si en la alienación de lo imaginario “se trata del significado anonadante que viene del otro”, en la locura “se tratará del anonadamiento del significante, entendido como desposesión primaria del significante”, lo que el sujeto psicótico tendrá que soportar toda su vida tratando de encontrar compensaciones. (El Seminario 3 Las psicosis, clase del 15/2/56).

La doble alienación en relación al A (Otro) y al a (otro) Lacan lo lee en la teoría freudiana, encontrando en el otro como imaginario, de la relación dual, de espejismo, al otro semejante y el Otro (A) “que habla desde mi lugar”, ese Otro en tanto desconocido, el de la Otra escena fechneriana, de una índole totalmente diferente que la del otro semejante.

Es por esta distinción –dirá Lacan- que Freud en la técnica hará uso del diván; porque en el análisis no se trata de una relación de un yo a otro yo, sino de un sujeto al analista en el lugar de Otro (A), porque es desde el Otro (A) donde el sujeto habla, y es a ese Otro (A) a quien se dirige en el camino de su deseo. Veremos que ese Otro (A) es la estructura que Lacan llama lenguaje. Mostrará así que el deseo humano es función del deseo del Otro (A). En el sujeto la estructura del deseo es desarrollada en una alienación fundamental con el Otro (A). Lo que resulta de esto tras el término alienación es la división, la fragmentación del sujeto que se escribe $.

Estas notas tomadas de clases de los seminarios 4 y 5 y 6 de los años 1957/1959, anticipan cuestiones que volverán a plantearse en el seminario 11 a propósito de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, porque es fundamental en la enseñanza de Lacan la concepción del lugar del Otro como lugar de la estructura, lugar del lenguaje, así como la concepción del deseo como función del deseo del Otro (A), cuestiones que retomaré más adelante.

En el Seminario 11 encontramos que Lacan sitúa los campos del Otro y del sujeto como puntos de partida para el sesgo particular que le dará a la clínica al ocuparse de las posiciones subjetivas del ser. En la dialéctica de la relación del sujeto al Otro Lacan va a situar las dos operaciones lógicas para la constitución, realización del sujeto. Si habla en términos de constitución, de que el sujeto tiene que realizarse, es porque el sujeto no es un dato de entrada. El Otro (A) es el dato inicial, entendiendo ese Otro como “...el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podrá hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer.” (pag. 212). Vemos entonces como Lacan hace de la estructura significante es decir del lenguaje, el lugar del Otro. Es el punto de partida y propone luego poner el acento en las operaciones de la realización del sujeto en su dependencia significante respecto del lugar del Otro (A) (pag. 214).

Abocándose aquí a la dinámica de la relación del sujeto y el Otro muestra una vez más que la relación del sujeto con el Otro se engendra toda en un proceso de hiancia, es decir que no hay relaciones entre los seres en lo real en términos de “relaciones inversamente recíprocas” ¿Qué quiere decir esto? Ya nos ha adelantado al definir al Otro como lugar de la cadena significante que por el lado del ser viviente llamado a la subjetividad se manifiesta esencialmente la pulsión. La pulsión como lo que luego orienta al humano en el campo de la sexualidad “indica que la sexualidad está representada en el psiquismo por una relación del sujeto que se deduce de algo que no es la propia sexualidad. La sexualidad se instaura en el campo del sujeto por la vía de la falta” (pag. 213).
Es decir que lo que tiene que hacer como hombre o como mujer el sujeto lo tiene que aprender del Otro pues falta ese saber, no hay relación de necesidad, de reciprocidad necesaria entre el hombre y la mujer. Algo ha perdido el viviente afectado por el lenguaje. Y decir “vía de la falta” es decir el camino del deseo.

Si el sujeto encuentra el camino de su deseo en su relación al deseo del Otro quiere decir que el sujeto encuentra una falta en el Otro, “en los intervalos del discurso del Otro”, que Lacan ilustra con la experiencia del niño ante los por qué que plantea. De manera que “El sujeto aprehende el deseo del Otro en lo que no encaja, en las fallas del discurso del Otro”. Para responder a eso “el sujeto responde con su propia desaparición” echando mano al fantasma.
Se muestra así como una falta (suscitada por el tiempo presente) cubre a la otra (generada en el tiempo precedente) y que no hay respuesta directa, recalcando nuevamente los dos elementos de la nueva y fundamental operación lógica: la no reciprocidad y la torsión en el retorno (Pag.222/223). Volviendo entonces a lo que Lacan plantea: “La relación del sujeto con el Otro se engendra toda en un proceso de hiancia” será explicado como un proceso circular, pero sin reciprocidad. “Pese a ser circular es asimétrico” (pag. 215).

Es el punto de partida para presentar la alienación, primera operación lógica de la constitución del sujeto. En esta primera operación se puede ver, gracias a la indicación de Miller en Los signos del goce (pag. 185) que Lacan formaliza y da un sentido y valor lógico al concepto freudiano de identificación.

¿En qué consiste pues la alienación como operación lógica? .
Antes de abordar una definición de la alienación en los términos de la lógica formal Lacan explica la producción o creación del sujeto en el campo del Otro: “Al producirse en el campo del Otro, el significante hace surgir el sujeto de su significación. Pero sólo funciona como significante, reduciendo al sujeto en instancia a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo movimiento con que lo llama a funcionar, a hablar, como sujeto.” (Seminario 11, pag. 215).
El significante crea al sujeto. “En este punto debemos ser materialistas y postular que no hay ningún sujeto en lo real” señala Miller (Los signos del goce, pag. 160). Esto no implica que no haya sujeto sino que el primer estatuto del sujeto en lo real es no ser nada en absoluto, por eso se lo puede escribir como conjunto vacío. Y si hay sujeto es gracias al significante. Es el significante el que permite decir no hay nada.

Se trata tras la definición de Lacan, del nivel primordial de la identificación donde el sujeto deviene significante y al mismo tiempo, borrado en esa identificación que lo petrifica. Vemos aparecer la paradoja de que el significante crea al sujeto y a la vez lo borra, lo petrifica. El sujeto se desvanece en ese mismo movimiento que Lacan llama el fading del sujeto. El devenir significante del sujeto es correlativo de su desaparición provocada por el significante. Este fading es constituyente de la identificación fundamental del sujeto. Fundamental quiere decir –seguimos a Miller- que antes de ella no hay nada del sujeto, que se trata de una creación ex –nihilo.
Sin embargo hay que considerar que ya está el lenguaje. Ese Otro desde el cual el sujeto se aprehende. Finalmente vemos que en este nivel de la identificación fundamental el sujeto está constituido por dos partes: La primera es el significante en el que se convierte, la segunda es el conjunto vacío, apareciendo la pérdida constituyente de la que habla Lacan, que remitirá a la pulsión.

En los términos de la lógica simbólica Lacan va a plantear esa primera operación de alienación sirviéndose del modelo de la reunión de dicha lógica. Dirá: “La alienación consiste en ese vel que condena... al sujeto a solo aparecer en esa división como sentido producido por el significante por un lado y por otro como afánisis “(pag. 218).
El vel de la alienación implica lo que Lacan plantea como elección forzada tras el ejemplo de ¿la bolsa o la vida? La elección se plantea entre la parte vacía del conjunto y la parte llena donde está el significante (S1). El sujeto en esta primera operación elige S1 , elige al Otro, elige el sentido que le viene del Otro.
Miller señala que Lacan llama vida al conjunto sujeto y bolsa al Otro. La elección implica siempre una pérdida. Eligiendo la vida queda una vida cercenada, sin la bolsa. Eligiendo la bolsa se pierde todo, la vida y la bolsa.
La entrada del sujeto en el campo del significante lo lleva a una elección forzada. En un primer movimiento elige el sentido y deja de lado su ser de vacío, de sin sentido en el que forzosamente también se constituye por su entrada en el lenguaje. Pero en un segundo momento habrá de retornar a su ser de vacío para poder elegir su ser luego de que se descubra también en el Otro una falta. Más allá de la división en la que queda el sujeto desde el momento de su constitución, vemos cómo Lacan hace presente la cuestión de la elección, que dará la posición del sujeto, elección aunque forzada no por ello menos responsable.

La consecuencia en la clínica es señalada por Lacan en relación a la interpretación: “La consecuencia de la alienación es que la última instancia de la interpretación no reside en que nos entregue las significaciones de la vía por donde anda lo psíquico que tenemos ante nosotros. Este alcance no es más que preludio. El objetivo de la interpretación no es tanto el sentido, sino la reducción de los significantes a su sin-sentido para así encontrar los determinantes de toda la conducta del sujeto.” (pag. 219) La alienación se produce porque el sujeto elige, se aferra al S1 y llama desde allí al S2 (el sentido). El sujeto se encuentra con el Otro alienándose en el sentido. No reconoce su vacío como la cosa más próxima. No reconoce su ser como distante del sentido.

Será necesaria la segunda operación, la de separación, la segunda elección en la que el sujeto se aisla como vacío. Es una operación que apunta al ser y no al sentido. A eso debe apuntar el analista desde la interpretación. En su seminario La experiencia de lo real en la cura analítica Jacques-Alain Miller observa que Lacan presenta su concepto de alienación en el Seminario 11 para dar a entender ese modo original de sustracción que constituye la represión significante, donde se da la pérdida de un significante sobre dos. La alienación aparece entonces como un ensayo de formalización del inconciente reprimido.
La consecuencia de concebir al inconciente como no sentido, como reprimido, es señalada por Lacan en relación a la interpretación - como se indica más arriba-, por eso dirá que no se trata de que la interpretación agregue sentido. Lo que agrega la interpretación del analista es el significante que falta, restituyendo el significante reprimido. Lo que resulta es la articulación significante con el consiguiente efecto de sentido. Si bien, como freudianamente indica Miller, el analista se interesa por la restitución del significante reprimido para restituir la significación, su valor de sentido al síntoma, sin embargo no hay que dejar de considerar que el síntoma también está ligado a lo que satisface la pulsión, por lo tanto cuenta también su valor de goce. Es sobre esta vertiente que se inscribe la separación que Lacan intenta articular lógicamente con la alienación.

Esta segunda operación lógica que Lacan llama separación es planteada en estos términos por primera vez en este seminario, si bien ha girado insistentemente sobre dicha noción -aunque en otros términos- sobre todo en el seminario anterior dedicado a La angustia, dejando preparado el terreno para ahora poder plantearlo en los términos tomados de la lógica simbólica. Esta operación formalizada por Lacan remite al concepto freudiano de pulsión (Los signos del goce, pag. 185).

Vayamos pues al Seminario 11 para ver cómo se define allí a la separación: “Esa operación lleva a su término la circularidad de la relación del sujeto con el Otro, pero en ella se demuestra una torsión esencial.” Y más adelante “...se basa en la subestructura denominada intersección o producto” (pag. 221).
Esta noción de intersección surge de considerar la superposición de dos faltas. En el encuentro con la falta en el Otro el sujeto es remitido a su propia falta para responder. Así una falta cubre a la otra. En ese movimiento del encuentro con la falta en el Otro el sujeto debe enfrentarse a la cuestión de su ser: Qué es o ha sido como objeto en el deseo del Otro. Pero veamos como lo plantea Lacan en la pag. 226 del mismo Seminario 11: “El sujeto encuentra el camino de regreso del vel de la alienación en la operación que denominé, el otro día, separación. Mediante la separación el sujeto encuentra, digamos, el punto débil de la pareja primitiva de la articulación significante (S1-S2), en la medida en que es por esencia, alienante. En el intervalo de estos dos significantes se aloja el deseo que se ofrece a la localización del sujeto en la experiencia del discurso del Otro,... El sujeto (...) vuelve entonces al punto inicial, el de su falta como tal, el de la falta de su afanisis.”
Tras esta larga cita, brevemente: Desde su afanisis (desaparición), desde su encuentro como vacío el sujeto puede reconocer –es una elección- que no tiene más ser que lo que él coloca en la falta del Otro: La pulsión. (Podemos remitirnos para mayor desarrollo a Los signos del goce de Miller, pag. 200).
Esto tiene consecuencias respecto de la cura dice Lacan, pues ese efecto de torsión que implica la separación como segunda operación lógica de la constitución del sujeto, “es esencial para integrar la fase de salida de la transferencia” (pag. 226). El sujeto tiene que liberarse del efecto afanísico (mortificante) del significante binario (S1-S2). Es la separación el momento en el que va a producirse la caída del significante binario para el retorno del sujeto a su ser de falta, es por eso que Lacan se refiere aquí a que se detiene en la función esencial del deseo (pag. 227) En la dirección de la cura analítica el analista no sólo sostiene el sentido (debe suscitar la creencia, la existencia del Otro) dejándose situar en el lugar del Otro bajo la forma del sujeto supuesto saber –y tenemos que debe suscitar entonces la alienación del sujeto al Otro -, también debe encarnar el ser, lo que es el ser para el sujeto, el objeto más allá del sentido – y tenemos lo que concierne a la separación. (Los signos del Goce, pag. 200).

Es claro que los dos niveles de la operación de la constitución del sujeto se hacen presentes con sus consecuencias en la dirección de la cura misma. Más precisamente aún, el analista deberá intervenir al respecto en cada sesión, donde se va a jugar la alienación del sujeto al Otro y donde las escansiones, los cortes de sesión lleven al encuentro del sujeto con su ser para decidir como vivir la pulsión.

Finalmente quiero dejar planteado lo siguiente: En el capítulo XIX De la interpretación a la transferencia del mismo Seminario 11 que nos ocupa, Lacan va a dejar planteado, luego de explicar la relación del sujeto al Otro en los términos de alienación y separación ya expuestos, hacia dónde dirigirá su discurso el próximo año: Las posiciones subjetivas del ser. Pues dice que toda la preparación que ha hecho respecto de los fundamentes del análisis abren a ese camino al que habrá que abocarse por el hecho de partir del deseo, para ver qué esclarecimientos se pueden articular para la clínica. Esto no lo empezará sino al final del Seminario 12 que llamó Problemas cruciales del psicoanálisis, pero es lo que por ahora por mi parte queda por decir.

Buenos Aires, noviembre de 2001.

(*) Licenciada en Psicología de la UBA. Miembro de la dirección ejecutiva de la Fundación Puertas Abiertas. Miembro del Centro Descartes. Investigadora del Master en psicoanálisis de la UJFK. Notas: (1) Nuestro trabajo O locura o debilidad mental presentado en las jornadas de abril 2001 del Master en psicoanálisis de la UJFK.

BIBLIOGRAFIA

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· Lacan, Jacques: El Seminario libro 2 El Yo en la teoría de Freud, Clases 6 del 12/1/55, 17 del 12/5/55, 19 del 25/5/55 y 21 del 8/5 de 1955. Ed. Paidós, Buenos Aires,
· Lacan, Jacques: El Seminario libro 3 Las psicosis: Clases 3 del 30/11/55, 11 del 5/2/56, 15 del 18/4/56 y 19 del 16/5 de 1956. Ed. Paidós, Buenos Aires,
· Lacan, Jacques: El Seminario libro 4 Las relaciones de objeto Clase 24 del 3/7/57. Ed. Paidós, Buenos Aires,
· Lacan, Jacques: El Seminario libro 5 Las formaciones del inconciente, Clase 3 del 20/11/57.
· Lacan, Jacques: Seminario 6 El deseo y su interpretación, clase 19 del 29/4/59 y clase 22 del 27/5/59. Inédito ·
Lacan, Jacques: Seminario 10 La angustia, clase 25 del 3/7/63.
· Lacan, Jacques: Seminario 12 Problemas cruciales del psicoanálisis, clases 2 del 9/12/64, 13 del 7/4/65 y 18 del 16/6 de1965. Inédito.
· Lacan, Jacques: Seminario 13 El objeto del psicoanálisis. Clase 6 del 12/1/66. Inédito.
· Miller, Jacques_Alain: La experiencia de lo real en la cura analítica. Clase del 9/1/1999. Inédito.
· Miller, Jacques-Alain: Los signos del goce, Ed. Paidós.
· Musachi, Graciela: Las estructuras clínicas, Revista Descartes Nro. 7, Buenos Aires, 1990, Ed. Anáfora.

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